Los seguros de vida nos garantizan el cobro de un capital en caso de un siniestro cubierto por alguna de las garantías de la póliza. La cobertura básica de este tipo de pólizas es el fallecimiento por cualquier causa, donde el capital se puede incrementar en caso de que el suceso se produzca a consecuencia de un hecho accidental, de tráfico, en transporte público o fallecimiento de ambos cónyuges, entre otras.
Otras coberturas que tienen las pólizas de vida son: la incapacidad absoluta y permanente, la incapacidad permanente total (profesión habitual) y las enfermedades graves. La seguridad social es quien determina el alcance de la incapacidad y, la indemnización, también puede incrementarse en caso de accidente o de accidente de circulación.
Es aconsejable que el capital que debemos asegurar sea recomendado por un profesional y, para ello, es importante conocer las necesidades de cada persona (ingresos mensuales, gastos mensuales, importes totales de préstamos e hipotecas, nº de hijos o personas a cargo del asegurado, etc.). El análisis de estos datos sirven para hacer un estudio y determinan el capital que cada persona necesita asegurar.
En el caso de los préstamos e hipotecas, donde haya más de un participante, lo que se debe asegurar es el capital total para cada uno de ellos y no una parte proporcional ya que, por ejemplo, en el caso de un fallecimiento de uno de los cónyuges, si ambos figuran como titulares de la hipoteca, lo que necesita la familia para adaptarse a la nueva situación es cancelar la deuda y no amortizarla.
Por todo ello y para tener un conocimiento exacto de las necesidades de cada uno, en AMOEIRO RINCÓN recomendamos que antes de contratar ningún seguro te pongas en contacto con nosotros para recibir el mejor asesoramiento posible.
